Oh...quinto básico, igual debe ser muy difícil, pensó. Miró a sus compañeros más grandes y les preguntó cómo era, cómo habían pasado ellos, si su vida había cambiado, cómo hacían las cosas y rogó por consejos.
Oh...primero medio, igual debe ser muy difícil, pensó. Miró a sus compañeros más grandes y les preguntó cómo era, cómo habían pasado ellos, si su vida había cambiado, cómo hacían las cosas y rogó por consejos.
Oh, primero de U, igual debe ser muy difícil, pensó. Miró a sus compañeros más grandes y les preguntó cómo era, cómo habían pasado ellos, si su vida había cambiado, cómo hacían las cosas y rogó por consejos.
Oh, primer día de trabajo, igual debe ser muy difícil, pensó. Miró a sus compañeros más grandes y les preguntó cómo era, cómo habían pasado ellos, si su vida había cambiado, cómo hacían las cosas y rogó por consejos.
Oh, mi primer hijo, igual debe ser muy difícil, pensó. Miró a sus compañeros más grandes y les preguntó cómo era, cómo habían pasado ellos, si su vida había cambiado, cómo hacían las cosas y rogó por consejos.
Oh, pronto me voy a morir, igual muy fuerte. Aunque no como darme cuenta que lo he preguntado todo y no he vivido nada.
viernes, 14 de agosto de 2009
miércoles, 15 de julio de 2009
Así fue.
Era, es y será él.

Poco a poco fue dejando de sentir emociones. Ya no sólo eran emociones, sino que sentimientos también. Mientras los días pasaban, ya no sabía quien era aquel persona que se reflejaba en el espejo cuando él posaba frente a uno. Aún así, nunca dejó de preocuparse por su familia, siempre se aseguró de que tuviesen lo que necesitaran. Un día de aquellos en que el sol parece no existir por el frío y oscuridad que reinan, cuando yacía sumergido en lo más profundo de su ser, brotó de lo mas profundo de sí la razón. Él es esa razón, él consigo mismo. Debía preocuparse por sí mismo y su futuro, su felicidad, su razón de ser.
No fue necesario levantarse de la cama, el rayo de sol que se inmiscuyó por la ventana le acarició tiernamente la cara y lo guió a la vida, a su propia vida
lunes, 29 de junio de 2009

Esos ojos algo esconden. No sé cómo describir lo que me hacen sentir, pero definitivamente no es algo normal. ¿Has querido llorar de felicidad? ¿Te has deprimido alguna vez? ¿Te has sentido pleno? ¿Se te ha apretado el corazón de angustia? Pues bien, esos ojos, son aquello y mucho más. Me persiguen cuando duermo, me acosan cuando amanezco, me tensan en el silencio y me derriten el pensamiento. No puedo dejar de verlos, y ahora todo el mundo parece tenerlos, todo animal y toda persona. El cielo parece tenerlos y su fúnebre profundidad amenaza querer absorberme. Quiero que esto termine…
Amanecí rodeado de la más densa oscuridad que jamás imaginé, y fue sólo ahí cuando me di cuenta. Aquellos eran mis ojos…y esa oscuridad era toda la pena y disconformidades que aguanté e hice a mi persona sobrellevar. Pero no más, el tiempo se acabó, ahora la oscuridad soy yo.
Amanecí rodeado de la más densa oscuridad que jamás imaginé, y fue sólo ahí cuando me di cuenta. Aquellos eran mis ojos…y esa oscuridad era toda la pena y disconformidades que aguanté e hice a mi persona sobrellevar. Pero no más, el tiempo se acabó, ahora la oscuridad soy yo.
domingo, 28 de junio de 2009
Doer
Estaba nervioso, después de todo era la primera vez que me enfrentaba a un paciente. Además no era cualquier persona, sino que un doctor enfermo, que finalmente había caído. Como me instruyeron, inicié, mantuve y concluí el examen, manteniendo siempre un contacto visual que denotara confianza, calma y calidez. No pude evitar encontrar algo familiar en los ojos de este viejo hombre, algo en ellos me inspiraba cercanía, como si de alguna parte nos conociésemos y nos uniera un vínculo muy estrecho.
El caballero, una vez terminada la entrevista, me dijo: "Disculpe, joven, no puedo evitar preguntarme, si es usted una persona feliz". Le respondí con una cara de intriga, pero entendí justamente lo que el hombre me estaba preguntando. La verdad, es que no del todo, respondí entre suspiros. Aquel ser inspirador de confianza, simuló una sonrisa y me dijo: "Aunque no lo creas, esa es la peor respuesta que me pudiste haber dado". Ambos reímos, y continuó, "Pero no es demasiado tarde. La verdad es que si algo he aprendido, es que la vida está hecha de momentos, y hay que aprovecharlos. Si bien siempre tendremos momentos felices, tristes y diversas oportunidades, estos nunca se repiten de igual manera, al igual como no aprenderás ni recibirás lo mismo en ocasiones distintas. Nosotros y el tiempo, compartimos algo en común: somos únicos. Es por esto que la vida es tan valiosa, y no vale la pena desperdiciarla en cosas que no nos hacen felices. Y verás, si siempre te preocupas de ser feliz y orientas tu vida hacia donde tu corazón e instinto te guían, te aseguro que no hay forma alguna que las cosas salgan mal. Estás hablando con un león enjaulado. No creo que haya una persona en este mundo con sueños y ambiciones más grandes que las mías, pero nunca me quise arriesgar a perseguirlas, en cambio recorrí siempre un camino seguro, evitando grandes baches, pero grandes satisfacciones también. Conseguí grandes logros a nivel académico y profesional, es cierto, pero al mirar atrás, más que los logros, es el camino que recorriste para llegar a ellos, y la intensidad con que viviste cada segundo de tu vida. Por esto yo te digo, que no pierdas ningún segundo más y analices qué es lo que te está faltando, qué quieres hacer, pero no te atreves, con quién quieres estar, pero no le hablas y más importante aún, quién quieres ser, pero no te encaminas a ello. Tienes que dejar de pensar tanto las cosas, y atreverte a hacerlas. Es fácil ser el rey de lo teórico, lo difícil es llevar lo que uno quiere a la práctica".
Desperté y lloré, pero no de felicidad, sino porque la tristeza de una vida desperdiciada era demasiada como para acentuarla con llanto. Ahí estaba yo, viejo, cansado, entregado a los años y a lo que mi desgastado cuerpo pudiese aguantar. Me convertí en un sabio, un señor de las palabras y lecciones, a cambio de nunca haber realmente vivido.
Era hora de mi examen y un joven doctor entró a mi habitación. Algo en sus ojos me hizo confiar profundamente en él, me sentí más conectado con él, que con cualquier otra persona que conocí, por lo que no pude evitar preguntarle, una vez concluido el examen, si acaso era él, una persona feliz...
Una vez concluida la conversación, morí de pena, la peor muerte que puede sufrir un ser humano.
Lección
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