Estaba nervioso, después de todo era la primera vez que me enfrentaba a un paciente. Además no era cualquier persona, sino que un doctor enfermo, que finalmente había caído. Como me instruyeron, inicié, mantuve y concluí el examen, manteniendo siempre un contacto visual que denotara confianza, calma y calidez. No pude evitar encontrar algo familiar en los ojos de este viejo hombre, algo en ellos me inspiraba cercanía, como si de alguna parte nos conociésemos y nos uniera un vínculo muy estrecho.
El caballero, una vez terminada la entrevista, me dijo: "Disculpe, joven, no puedo evitar preguntarme, si es usted una persona feliz". Le respondí con una cara de intriga, pero entendí justamente lo que el hombre me estaba preguntando. La verdad, es que no del todo, respondí entre suspiros. Aquel ser inspirador de confianza, simuló una sonrisa y me dijo: "Aunque no lo creas, esa es la peor respuesta que me pudiste haber dado". Ambos reímos, y continuó, "Pero no es demasiado tarde. La verdad es que si algo he aprendido, es que la vida está hecha de momentos, y hay que aprovecharlos. Si bien siempre tendremos momentos felices, tristes y diversas oportunidades, estos nunca se repiten de igual manera, al igual como no aprenderás ni recibirás lo mismo en ocasiones distintas. Nosotros y el tiempo, compartimos algo en común: somos únicos. Es por esto que la vida es tan valiosa, y no vale la pena desperdiciarla en cosas que no nos hacen felices. Y verás, si siempre te preocupas de ser feliz y orientas tu vida hacia donde tu corazón e instinto te guían, te aseguro que no hay forma alguna que las cosas salgan mal. Estás hablando con un león enjaulado. No creo que haya una persona en este mundo con sueños y ambiciones más grandes que las mías, pero nunca me quise arriesgar a perseguirlas, en cambio recorrí siempre un camino seguro, evitando grandes baches, pero grandes satisfacciones también. Conseguí grandes logros a nivel académico y profesional, es cierto, pero al mirar atrás, más que los logros, es el camino que recorriste para llegar a ellos, y la intensidad con que viviste cada segundo de tu vida. Por esto yo te digo, que no pierdas ningún segundo más y analices qué es lo que te está faltando, qué quieres hacer, pero no te atreves, con quién quieres estar, pero no le hablas y más importante aún, quién quieres ser, pero no te encaminas a ello. Tienes que dejar de pensar tanto las cosas, y atreverte a hacerlas. Es fácil ser el rey de lo teórico, lo difícil es llevar lo que uno quiere a la práctica".
Desperté y lloré, pero no de felicidad, sino porque la tristeza de una vida desperdiciada era demasiada como para acentuarla con llanto. Ahí estaba yo, viejo, cansado, entregado a los años y a lo que mi desgastado cuerpo pudiese aguantar. Me convertí en un sabio, un señor de las palabras y lecciones, a cambio de nunca haber realmente vivido.
Era hora de mi examen y un joven doctor entró a mi habitación. Algo en sus ojos me hizo confiar profundamente en él, me sentí más conectado con él, que con cualquier otra persona que conocí, por lo que no pude evitar preguntarle, una vez concluido el examen, si acaso era él, una persona feliz...
Una vez concluida la conversación, morí de pena, la peor muerte que puede sufrir un ser humano.
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